Escucha el audio-relato «El maestro y el discípulo», extraído del libro «Coaching, el arte de soplar brasas», Leonardo Wolk
El discípulo nos conmueve por su determinación, por el riesgo que toma. A su vez, nos contagia su genuina confianza en que su acto traerá «algo mejor», a pesar, incluso, de las consecuencias que tendrá para sí mismo.
De esta forma, probándonos, aprendemos. Y, a veces, cuando algún aprendizaje pasado ya no sirve a nuestro propósito, valores u objetivos, es necesario desaprenderlo. Y reaprender nuevas formas de mirar, de comprender, de hacer.
Volver a conectar con nuestro espíritu del aprendiz nos ayuda a ello.
El espíritu del aprendiz es aquel que me permite maravillarme una y otra vez:
Me emociono
Tomo riesgo
Pregunto
Me puedo equivocar
Puedo dudar
Puedo no saber
Disfruto
Confío
El círculo virtuoso del aprendizaje
Aumentar la conciencia de nosotros mismos y de lo que nos rodea nos permite ampliar las posibilidades que tenemos, tomar parte activa de aquello que está en nuestras manos. Cuanto más conscientes somos, más sentimos, más experimentamos y más placer obtenemos. Cuanto más responsables nos hacemos de lo que nos pasa, más confiamos y más motivados nos sentimos. El disfrute y la motivación nos llevan al aprendizaje. Y el aprendizaje a más conciencia y responsabilización.